dimecres, 16 de gener del 2013

Un atraco perfecto


El domingo unos cacos atracaron un banco en Berlín y causarón la admiración incluso de las fuerzas del orden. Ni el Dioni oiga!


Aquí va el espléndido artículo:

En la puerta de la sucursal del Berliner Volksbank de la Schlossstrasse 46 han puesto un aviso: “Cerrado por motivos técnicos hasta el jueves”. El “motivo técnico” es un atraco, de momento perfecto, que entra en la saga berlinesa en esa materia. El portavoz de la policía berlinesa, habla del asunto con cierta admiración: “muy profesionales”.
Treinta y seis horas después de los hechos el lugar sigue acordonado. El dueño del restaurante italiano “La Castelana”, que resulta ser un turco con pajarita, explica que hace días vio cerca del parking que queda entre su restaurante y el banco a dos tipos en traje de faena fumando relajadamente. “Alrededor del metro ochenta y de unos cuarenta años”. “No había obras en marcha en la zona, solo luego lo relacioné”, dice.
En febrero del año pasado un hombre alquiló una de las plazas de parking del subterráneo. El pasaporte holandés que presentó resultó ser falso. La plaza se cerraba con una cortina metálica así que se podía trabajar sin ser visto. Entre el lugar y la cámara acorazada del banco se construyó pacientemente un túnel bien apuntalado, de 45 metros de largo y 1,5 de ancho, que concluía en pozo. En el trayecto hubo que atravesar una gruesa pared de hormigón.
“Eso no se hace con un simple taladro, se necesitan herramientas especiales y mucho tiempo”, explica una empleada del banco. Ese tipo de aparatos con brocas de diamante, hacen un ruido de mil demonios. Y vibraciones. Nadie escuchó nada. La calle contigua, que se llama Wrangel, no por el jefe de los blancos derrotado por Nestor Majno en la guerra civil rusa, sino por un mariscal prusiano que aplastó la revolución de 1848 en Berlín, viene sobrada de tráfico y ruido, dicen. Eso sí, la alarma funcionó.
El viernes, presumiblemente disparada por las vibraciones, alertó a la empresa subsidiaria responsable de la vigilancia de la filial. Llegó el encargado no vio nada sospechoso y se fue. Como en las películas. El domingo los cacos entraron en la cámara. Abrieron 230 cajas de seguridad de las 900 que el banco tiene alquiladas. Cajas de esas en las que el ciudadano pone sus valores, sus dineros y sus secretos sin necesidad de declarar. El banco no las asegura y a falta de las 230 declaraciones pendientes la policía aún no sabe a cuanto asciende el botín.
A las seis de la madrugada un vecino llamó a los bomberos. Salía humo del parking. Procedía de la cámara del banco y de un cubo de basura. Los atracadores quemaron el lugar para borrar pruebas y rastros de ADN. “Profesionales”, dice el portavoz. Y en la ciudad se recuerda un atraco de 1995, cuando cuatro de una banda de once entraron en un banco, tomaron 16 rehenes y pidieron millones y un helicóptero. Cuando al final la policía entró en el lugar, los tipos habían huido hacía mucho rato por un túnel construido meses atrás. Entonces el botín fue de 16 millones de marcos. Algunos fueron detenidos, pero no todos. Y del dinero solo se recuperó una tercera parte. Ahora habrá que ver.
Escrito por Rafael Poch corresponsal en Berlín en la vanguardia del miércoles.

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