Sinergias

Siempre que veía a Anna Tarrés me fijaba en el color de la montura de sus gafas. No recuerdo todos los colores pero estoy seguro que pocas veces ha repetido modelo o color de gafas cuando ha tenido que salir a hablar con los medios. Me gustaba especular por los motivos de la elección de ese día, siempre barajaba muchas posibilidades y rápidamente descartaba la más evidente: superstición. No es el tipo de mujer que cae en trampas vulgares.
Reconozco que me he reído más de una vez cuando comprobaba que el periodista que le hacía la entrevista estaba más nervioso que la propia entrevistada, por no hablar que a menudo las respuestas eran más claras y contundentes que las propias preguntas. Supongo que era su forma de impregnar valor a sus chicas para que no tuvieran miedo a la prensa y a la vida fuera de la piscina. Reconozco algo más: Anna Tarrés me gusta. Ya lo he dicho.
Es evidente que de personalidad y de carácter va sobrada (estoy convencido que es de esas mujeres que anteponen la práctica a la teoría. Primero el qué y después el cómo), igual que de creatividad (con algún error puntual sin importancia). Una combinación explosiva que la predispuso a que cogiera el equipo de sincronizada con apenas treinta años recién cumplidos y consiguiera resultados inimaginables hace unos años.
Pero tanto éxito se acaba pagando y ayer Fernando Carpena, el Presidente de la Federación Española de Natación la mandó a la puta calle con excusa que buscaban "crear sinergias diferentes". A falta de razones evidentes echó mano de un eufemismo y del teléfono del despacho. El tipo no tuvo los cojones de decírselo a la cara. Así más o menos despidieron a Johan Cruyff, pero eso es otra historia. En las primeras entrevistas que le hicieron después de la destitución reconoció con coraje que: "llevo quince años trabajando y no me veo engrosando la lista del paro". Ofertas no le van a faltar, seguro. Ahora el señor Fernando Carpena tiene más ancho de pantalla para posar en la foto.

Con absoluta imprudencia siempre he pensado que me llevaría bien con Anna Tarrés; pocas palabras, miradas elocuentes y cada uno en su sitio. Lo que se dice jugar la Champions desde el primer minuto.
Sobre la elección de las gafas, al final llegué a la discreta conclusión de que todo se trataba de algún juego matinal con su marido, pero tampoco me hagáis mucho caso.

Así era la natación sincronizada hace 30 años. No tardaremos en llegar al punto de partida.
Después lloraremos.